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Introducción |
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Una sensación de impotencia |
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La búsqueda del significado |
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Cuando nos culpamos a nosotros mismos o a otras personas |
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Cómo ayudan los trabajadores sociales |
Introducción
Cuando un evento traumático interrumpe repentinamente en la vida de uno, parece como si el mundo se parara de repente. Los asesinatos, asaltos y accidentes trágicos que ocurren sin aviso previo son especialmente perturbadores y difíciles de manejar. La recuperación que hacen los individuos cuando se presentan estas situaciones depende a menudo del funcionamiento psicológico previo de la persona, la naturaleza precisa del trauma, y de la capacidad del individuo de recuperar una sensación de seguridad y de control sobre su entorno.
Una sensacin de impotencia
Cuando sucede una tragedia, hasta cierto punto esperamos encontrar dolor y simpatía; a veces nos sorprende tener una sensación de impotencia que nos asusta. Los desastres naturales, los accidentes y los eventos traumáticos hacen surgir en nosotros sentimientos de vulnerabilidad significativos y una pérdida de control. Cada día que pasa nos proporciona amenazas incontables y así como cualquier cantidad de posibilidades de peligro. Nuestra evolución psicolgica hace que nos “aislemos” de estos temores y que vayamos por la vida como si alguien nos garantiz a nosotros, y a todas las personas a nuestro alrededor, que viviremos otro día más. Hacemos a un lado la posibilidad de muerte o de una pérdida, y nos es cómodo lo predecible. Creamos una burbuja alrededor nuestro que nos permite obviar nuestra mortalidad y la posibilidad de que la vida súbitamente cambie de curso de manera irreversible. Cuando estalla esa burbuja, nos deja sintiéndonos vulnerables e impotentes. De repente la vida se vuelve impredecible, nos asusta y esas emociones nos pueden paralizar.
La búsqueda del significado
Para recobrar una sensación de control y encontrarle sentido a la vida después de un evento que aparenta no tenerlo, podemos empezar a buscarle un significado a la situacin, y también un culpable. Una y otra vez repasamos mentalmente los sucesos de la tragedia y los eventos anteriores para intentar reestablecer una sensacin de algo predecible. Nos dedicamos a buscar y consumir toda la información disponible para ver si encontramos algo, lo que sea, que pudiéramos haber hecho para prevenir y evitar la situación traumática: “Si tan slo hubiera tomado la otra calle… Si tan slo los guardias del aeropuerto hubieran revisado a las personas con más cuidado… si hubieran construido el malecn con más cuidado…”
Si llegamos a la conclusión de que alguien pudo haber intervenido y evitado la tragedia; o de que pudimos haber reconocido la secuencia de eventos como un preludio a un desastre; entonces podemos sentir que tenemos la capacidad de prevenir este tipo de perturbaciones en nuestro mundo predecible, y que no volverá a suceder. Si empezamos a creer que en verdad no fue inevitable, entonces creemos que podemos asegurarnos de no volver a cometer los mismos errores, sin que importe alguien o algo culpado. Así borramos lo fortuito de la tragedia y re-establecemos nuestra burbuja impenetrable. La vida regresa a la normalidad y a sus patrones predecibles; y los demonios retornan a las sombras.
Cuando nos culpamos a nosotros mismos o a otras personas
Las maniobras antes descritas para re-establecer nuestra sensación de control sobre nuestro entorno son naturales y, en general, benignas. Pero también pueden ser el catalizador para otra clase de desastre. A veces, e n nuestra búsqueda para encontrarle sentido a lo que no lo tiene, nos culpamos o culpamos a otra persona, creando culpabilidad y responsabilidad donde no toca. Terminamos por restablecer nuestra salud mental a costa de nuestra humanidad.
No podemos evitar del todo estas tendencias trágicas, pero si podemos cuestionar nuestras reacciones y los motivos que encontramos. El enojo, el dolor, la tristeza y la confusión son emociones válidas y comprensibles ante el intento súbito por parte de la vida de imponer su voluntad. Pero estas son emociones que nos toca procesar y resolver a nivel individual. Es importante que reconozcamos que la sensación de impotencia puede hacer más complicada nuestra recuperación. Necesitamos encontrar actividades que afirmen la vida para ayudarnos a restablecer una sensación de paz y de equilibrio.
Si podemos tener claro que nuestras propias respuestas a una tragedia y a la pérdida están basadas en el miedo y en una sensación de omnipotencia falsa, entonces podemos resistirnos al deseo de hacer un sacrificio humano con nuestro prójimo empujándolo al cráter de un volcán para impedir que haya una nueva erupción. Cuando podemos aceptar que nuestras vidas son impredecibles de muchas maneras, y que nuestros días son fugaces, podemos empezar a vivir de manera más plena y a valorar cada momento que nos es dado.
Cómo ayudan los trabajadores sociales
A menudo los trabajadores sociales son “los primeros en responder” después de acaecida una tragedia. Prestan sus servicios, tanto en el lugar del evento, como durante los días y meses subsecuentes. Las trabajadoras sociales buscan que las personas afectadas puedan regresar a su vida normal a la brevedad posible, ya sea que se trate de un puñado de individuos –como sería el caso de una balacera—o una región, como la afectada por el huracán Katrina.
- Los trabajadores sociales ayudan a conectar a las víctimas y a sus familiares con servicios críticos y hacen intervenciones de salud mental para el personal de urgencias.
- Las trabajadoras sociales proporcionan servicios psicolgicos de orientación continuos para aquellas personas que fueron afectadas de manera directa por la tragedia; y para ayudar a las personas a elaborar su duelo y su miedo relacionado don el trauma.
- Las trabajadoras sociales nos ayudan a normalizar las emociones que crean una mayor sensación de control.
- Cuando la situación deja a niños sin hogar, los trabajadores sociales del estado a menudo les ayudan a encontrar una casa temporal o a largo plazo.
- Cuando la tragedia incluye la pérdida del hogar, o de los medios de sustento econmico, las trabajadoras sociales ayudan a encontrar alimentos, ropa y cobijo para los individuos afectados. Los trabajadores sociales también ayudan a que las personas encuentren un empleo y con la solicitud para pedir fondos estatales o federales de asistencia a los que tendría derecho la persona.